sábado, 30 de outubro de 2010

CIEN AÑOS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo mantiene

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.

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