En el diccionario de lengua inglesa de Cambridge aparece la siguiente definición de "freak": someone who is extremely interested in a particular subject or activity.
Entusiasmo, apasionamiento, conocimiento desmesurado de un tema
determinado, sea el que sea. Cuanto más extraño, mejor. Alguien se puede
preguntar entonces por qué los freakies tenemos tan mala prensa entre
algunos colectivos. Freaky o "friki" es sinónimo en nuestra lengua de
extraño o extraordinario rozando el mal gusto (más parecido en este caso
a la otra definición de freak en inglés: algo monstruoso). Será tal vez
porque el entusiasmo esté mal visto entre la gente desapasionada, o
porque las rarezas y las diferencias no generan modas colectivas.
Otro
sinónimo que podemos dar a la palabra freak/friki es la de marginación,
fracaso social. Desde fuera, el freaky es aquella persona que se
refugia en un mundo muchas veces imaginario, en el que sus ídolos y
demonios parecen convertirse en punto de mira para todos sus actos. Sin
embargo el freaky no comparte en muchas ocasiones esa forma de ver las
cosas: incomprendido, visionario, no entiende al resto del mundo
incapacitado para darse cuenta de lo importante que es una película, un
músico o un libro o incluso una idea. El problema es la gente, no él o
ella.
A mí me gusta más el
sinónimo de la identidad personal. Necesitamos identificarnos con algo
para reforzar nuestra identidad y separarla de la de otros individuos.
Tiendo a pensar que una persona que nunca se ha sentido freaky en alguna
cosa es una persona que pasa sobre el mundo de puntillas. Naturalmente,
todo tiene sus límites. Pensemos que el personaje freak más antiguo del
mundo -pero al que menos se le cita- Don Quijote (flipado por las
novelas de caballerías) acabó loco. Otra vez, incomprendido, refugiado
en una utopía arcaica a la que ya no era posible volver: un caballero
medieval rodeado de pícaros modernos y de rústicos inocentes. Yo en
cualquier caso, pertenecezco a ese tipo de gente que si es acusado de
freakismo tiende a pensar: "bueno, por lo menos soy distinto a los
demás". Y don Quijote fue tan sumamente distinto que acabó convertido en
un referente universal. El del primer friki trastornado.
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