"10/6"
Caminaban
entres los frondosos árboles. Alicia se impresionaba con la cantidad de
frutos y flores distintos que había. El Sombrerero repentinamente se
paró haciendo que Alicia chocara con él. La cogió del brazo y comenzaron
a caminar rápidamente por el lado contrario.
-¿Qué pasa Sombrerero?- Dijo Alicia.
-Cartas de corazones... vigilando para reina, supongo.- Se rio.
Alicia insistió, pues ella no había escuchado pasos. El hombre se colocó el sombrero y miró fijamente a Alicia.
-Me cortarán la cabeza si te lo cuento.-
-Que nos la corten a los dos entonces.- La chica rio.- Nadie nos escucha, Sombrerero.
-Pero
me gusta mi cabeza...- Pensó unos instantes para luego indicar a la
chica que se sentara.- Pero sólo un poco, no tenemos mucho tiempo.-
Alicia se acomodó en la fría piedra haciendo que el Sombrerero empezara.
Era
una mañana de verano de hace mucho, mucho tiempo. Yo caminaba por este
mismo bosque pensando en cómo hacer un sombrero nuevo. Me paré al
escuchar llantos. No muy lejos de mí se encontraba una chica agazapada
contra un árbol y asustada.
Al principio no pensé en hacer nada, pues tenía asuntos pendientes más
importantes,
pero mis pies se movieron solos. Me senté a su lado y le ofrecí una
manzana que cogí del árbol. Ella levantó la cabeza y pude contemplarla
bien: rostro blanco como la nieve, ojos más azules que el propio cielo y
un cabello más rojo que la sangre. Se levantó y se alejó un poco de mí.
Yo le ofrecí la manzana de nuevo, pero ella la tiró al suelo.
-¿Dónde está la salida?- Dijo secándose las lágrimas.
-¿Salida? Siento decirte que aquí no hay salida... pero si vienes conmigo quizás pueda ayudarte.-
Me
empujó y comenzó a caminar hacia quien sabe dónde. No quería seguirla,
pero la curiosidad me comía. Decidido, la seguí hasta que llegó al lugar
donde se encontraba la oruga. Casi todo se llenó de humo por lo que
estaba fumando la oruga, así que sólo oí:
-iChica estúpida! iVete de aquí! Fuera! iNo quiero traidores a mi lado!-
Las flores también gritaron e hicieron todo lo posible por que se fuera de su lado:
-iLa chica de la profecía! iAléjate, no queremos problemas!-
Sentí una mezcla de asombro y decepción. iLa chica de la profecía! iY
pensar que la quería ayudar! Pero ella no sabía nada... era como una
mota de polvo en una habitación, indefensa. Corrió con lágrimas en los
ojos a causa de las groserías que las flores gritaban. A pesar de mi
temor, las mariposas no dejaban de revolotear en mi estómago, iY era joven e iluso!
Me
puse a mí mismo la excusa de protegerla, así que corrí tras ella. Se
detuvo delante del árbol más viejo que hay en el País de las Maravillas y
subió a su cima. ¿Qué debía hacer, subir o dejarla allí?
-¿Me vas a tirar si no lo hago?-
No
dijo nada más. Dejó que me sentara en la rama con ella, aunque cada uno
en una punta. Recapacité un momento. Era absurdo. ¿Realmente que hacía
yo allí? Ni sabía su nombre y la había seguido como si estuviera loco,
así que pretendía bajarme.
-¿No tienes más manzanas?-
Sonreí como un tonto cuando me habló. iQue voz más dulce tenía! Yo negué con la cabeza, pero la invité a un té. Dudosa, me dijo que sí.
-No es nada del otro mundo, pero siéntete como en casa.-
La velada estuvo muy bien. La chica ganó confianza, y yo... pues yo... iNi me acuerdo de su nombre!
El
Sombrerero se golpeaba la cara con el sombrero como si eso le fuera a
hacer recordar, pero lo tiró al suelo. Alicia no se sorprendió, pues se
había acostumbrado a la actitud loca del hombre. Bajó de la pierda y se
colocó en la cabeza al Sombrero. Por curiosidad le peguntó que pasaba
con el sombrero, pero sólo obtuvo un suspiro como respuesta. Alicia no
quiso molestar, aunque tenía ganas de seguir con la historia. Se
recolocó el vestido e hizo señas al Sombrerero para que se bajara.
-Alicia...son
los recuerdos de un loco...yo quiero contártelos, pero no soy capaz...
es demasiado...yo...- El Sombrerero estaba fuera de sí. Gritaba y se
golpeaba contra los árboles. Alicia no podía hacer nada, pues estaba
desconcertada.- iLa besé, Alicia, la besé! iA
pesar de que me quería cortar la cabeza la besé!- La chica dio una
bofetada al Sombrerero para que se tranquilizara- Gracias... ¿Sabes? Uno
se siente mejor cuando cuenta algo, aunque esté loco, así que no te
vayas...
Alicia
sonrió cual niña pequeña cuando le dan un caramelo. Al Sombrerero ese
gesto le dolió en lo más profundo de su alma, pues le recordaba a la
chica pelirroja. iQue rabia que no se acordara de su nombre!
-¿Te
has enamorado alguna vez? ... ¿No es horrible? Te hace tan vulnerable.
Abre tu pecho y tu corazón y significa que alguien puede entrar en ti y
deshacerte... el amor no tiene sentido... lo poco que pude reflexionar
sobre ello es muy sencillo. El amor es un concepto. Todo el mundo quiere
ser amado, a pesar de que eso no les va a llevar a nada. Al fin y al
cabo esa persona va a acabar cansándote de ti o muriéndose, y tú
molestándote por quererla y por darle todo de ti... aunque, a la vez, es
bonito. Era bonito ver sus ojos y bañarse en ellos...era bonito tocar
su pelo... era bonito acariciar sus mejillas. Nadie en el mundo podía
verla como yo lo hacía. Nadie en el mundo se sentía el hombre más
afortunado estando a su lado. Nadie sentía esas mariposas asesinas
viéndola sonreír. Nadie jamás en el mundo la quería como yo.- Alicia
estaba atónita, ¿Aquel era ese hombre de mirada curiosa que conoció una
vez? -Esto, - y enseñó a Alicia el papel de su sombrero, en el que ponía
"10/6"- se le cayó del bolsillo cuando se fue. La liebre me explicó de
lo que se trataba. Diez días con sus seis lunas. Es raro, pero
sencillamente ese era el tiempo que ella tenía para ser transformada. En
un arrebato de tristeza se lo conté, y por eso ella se marchó en la
noche del noveno día. Me lo quedé como recuerdo, aunque me duele más que
la propia locura. —Suspiró- Supongo que no quería hacerme daño, o
quizás se enfadó conmigo por retenerla allí para aquel horrible
destino... yo no quería que se fuera, yo no quería ese destino cruel que
nos envenenó para ella, porque ella me hacía sentir eso a lo que llaman
amor. No sabes lo que me dolió dejarla ir por aquel bosque y verla
convertirse en...
-En
la Reina de Corazones...- Dijo Alicia, y abrazó al Sombrerero como si
quisiera pegar todos los trozos rotos de su corazón, y hacer que
volviera a sentir que alguien le quería.
-¿Sabes?
Te pareces mucho a ella...- Agarró el rostro de Alicia con delicadeza y
se fijó en cada facción de la cara de la muchacha, y quizás debido a
los delirios del amor, vio reflejado el rostro de la pelirroja que tanto
quiso, con sus ojos bravíos como el mar y ese cabello que no
confundiría jamás, en el de
Alicia.
iQué
bonito es el mundo de los sueños! , pensó el Sombrerero guiando a
Alicia a matar al dragón que su misma amada mandaba para matarlos a
todos. Una vez allí, el Sombrerero olvidó todo ese amor que sentía y el
odio hacia la reina le invadió todo el cuerpo.
iQué ironía ver a aquella mujer gorda y pensar que alguna vez esa dama fue buena! , pensó Alicia.
Una
vez que la chica mató a la bestia, la Reina desató la guerra con ira
contenida en sus ojos. Aquello se estaba convirtiendo en una masacre
cuando al Sombrerero se le ocurrió la idea más loca que alguna vez pudo
pensar.
La Reina se encontraba apartada de todos para no recibir rasguño alguno.
Aunque
estaba protegida por algunas cartas de corazones, a las que el
Sombrerero pudo despistar fácilmente, la Reina se encontró en un aprieto
cuando sintió la espada del hombre en su cuello.
- Cállate y no grites o te mataré aquí delante de todos.-
- iEstúpido Sombrerero! iDéjame! iQue
le corten la cabeza!- La Reina chillaba y eso fue la gota que colmó el
vaso. Todo pasó muy rápido. El Sombrerero no era consciente de sus actos
y clavó la espada en el pecho de la Reina, que cual luz que se va
apagando, se iba convirtiendo en la chica con ojos azules, cabello
carmín y piel hecha de nieve. El Sombrerero rio, bailó y tiró su
sombrero por los aires. iLa
Reina de Corazones estaba muerta! Una manzana rebotó sobre su cabeza y
eso resultó ser la luz de sensatez que recibió el Sombrerero, ya que vio
que la reina se acababa de convertir en su amada, y reflexionó. Ella
estaba muerta, muerta por su culpa. Gritó de espanto, se arrodilló a su
lado, y la cogió entre sus brazos.
Sombrerero...- Dijo acariciando su mejilla.- estás loco... majareta...
pero te diré un secreto... las mejores personas lo están...- Y las
últimas palabras de la chica se las llevó el viento.
Dicen
que los gritos de dolor del Sombrerero se escucharon por todo el campo
de batalla, pero cuando fueron a socorrerle, sólo había dos cuerpos de
adolescentes tendidos en él suelo. El del chico rondaba los veinte y el
de la chica los diecisiete, pero Alicia los reconoció perfectamente.
-¿Por
qué lo hiciste, Sombrerero?- Se acercó al cadáver del chico y le dio un
beso en la mejilla, para después quitarle el sombrero, que más tarde se
encontró colgado en la casa de Alicia, como un sutil recuerdo del País
de las Maravillas.
Se
dice que tras la muerte del Sombrerero y su amada, si estás atento en
las noches de verano, se pueden escuchar sus risas, esas que marcaron
una historia de amor de locos, porque los locos también aman, quizás por
eso se vuelven locos.
Almendra rosa.
Sofía Montero
2 ESO.
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